‘Bogotá, peor para todos’

Análisis del informe de Calidad de Vida de ‘Bogotá Cómo Vamos’ sobre la gestión de Peñalosa.

Con los resultados del Informe de Calidad de Vida, de Bogotá cómo vamos año 2016, confirmé que la revocatoria promovida en Bogotá contra Enrique Peñalosa, y que el Consejo Nacional Electoral quiere enredar, obedece no a que el Alcalde no haya podido mejorar lo heredado, sino que lo ha empeorado.

En educación declinó la cobertura escolar, que bajó más de 4% y, aunque se atribuye a un cambio de metodología, la matrícula en el sector oficial se redujo en 50 mil estudiantes. Paralelo con esto, anda subiendo, para todos los niveles, la tasa de deserción escolar. Correlacionado con el incremento de la criminalidad entre jóvenes el asunto se torna de gran preocupación.

Ha subido el número de niños menores de 5 años muertos por cada mil, creciendo los de Infección Respiratoria Aguda. También el 17,5% de ellos tiene prevalencia de desnutrición crónica y, en materia de salud sexual, crecen tanto los casos de sífilis como los de incidencia de notificación de VIH/SIDA, que llega a 34,8 por cada 100 mil habitantes, el doble de hace 5 años.

Bogotá ya no es metrópolis de oportunidades. El tiempo para recuperar el empleo perdido creció hasta por 20 semanas, y el desempleo, del 9,3%, está por encima del nacional y en jóvenes supera el 15%.
En seguridad sólo el 19% se siente seguro en la ciudad y el 40% ha sido víctima de un delito, crece la violencia sexual, la intrafamiliar y el hurto a vehículos.

Resulta además patético lo de movilidad. Siendo Peñalosa un experto, aumentó el tiempo de duración de los viajes y sobre todo en Transmilenio, que va en 77,8 minutos, el más alto de todos los modos de transporte. Es decir, 2016 fue peor hasta para Peñalosa.

Más justo, imposible

La crisis económica que se viene gestando en el país desde hace varias décadas está ocasionando gravísimos daños a millones de hogares: bajos salarios, carestía desbordada, desempleo e informalidad, precariedad en el acceso a servicios básicos como salud y educación, alzas inicuas en tarifas del transporte, de la energía y hasta del agua para los más pobres.

Es innegable que en el segundo gobierno de Santos estalló la economía y se genera mayor desigualdad.

Como si lo anterior no fuera suficiente, lo más grave es que el costo de la crisis se quiere seguir trasladando por otras vías como una reforma tributaria, en la cual se aumentan impuestos indirectos y regresivos como el IVA o el impuesto al consumo, que afecta el arroz y hasta al ‘corrientazo’ y las llamadas por celular. También la elevación de tasas de interés por el Banco de la Repú- blica, con el pretexto de combatir la inflación, pone un sobrecosto a los ya muy altos precios de los productos de la canasta familiar. Se quiere corregir la crisis con hambre.

La base laboral se siente burlada con el incumplimiento de promesas electorales, como la eliminación del cobro de la cuota de salud a pensionados; el establecimiento del horario nocturno desde las 6 de la tarde y la recuperación del cobro de horas extras.

La base campesina se ha sentido despreciada porque de los compromisos adquiridos desde los paros agrarios solo menos del 30% se han vuelto realidad. Si al cuadro anterior se le agrega la indignación nacional por la feria de Isagen y las privatizaciones anunciadas, se puede concluir que solo habría otro paro más justo que este si la situación empeora o si el gobierno trata con desdén el Pliego que las Centrales Obreras y demás organizaciones le han presentado.