Matemáticas elementales para revisar el TLC con USA

Con el TLC, Colombia ha retrocedido. ¿Por qué? La entrega del mercado nacional es razón primordial.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

En 2005, en la negociación del TLC con Estados Unidos, escribí el artículo “Matemáticas elementales para el TLC”. Mostré que, de las importaciones de Norteamérica, la oferta de Colombia no satisfacía los bienes más demandados. El TLC exportador era espejismo.

Entonces el ingreso anual estadounidense era de 11,7 billones de dólares (con 12 ceros) y las importaciones, de 1,48 billones. El 90 por ciento del mercado norteamericano se surtía de mercancíaspropias, y las mayores compras externas eran combustibles, automóviles, autopartes y tecnológicos como computadores y accesorios, maquinaria industrial, equipo de telecomunicaciones, de medición, médico, aeronáutico, y semiconductores.

Colombia proveyó ese año 1,8 por ciento de los combustibles, 0,18 por ciento de los bienes de consumo final y 1,1 por ciento en alimentos y bebidas como café, banano, azúcar, galletas y camarones. Las exportaciones nacionales a Estados Unidos fueron 8.479 millones de dólares (Dane), 0,57 por ciento de las compras estadounidenses.

Al pensar en revisar el TLC con USA a los diez años de vigencia, y si, como dijo el ministro Ocampo, no es “proteccionista” y “todo lo que hay que hacer es fomento exportador” (SEMANA), sirve comparar las matemáticas de 2005 con las de 2021 para mirar si algo cambió.

Las importaciones de Estados Unidos en 2021 en 142 referencias sumaron 2,83 billones de dólares (Census.gov), el doble de 16 años atrás. El ingreso de 332,18 millones de habitantes suma 23,02 billones de dólares, a 69.288 dólares por cabeza, que dedican 12 por ciento del consumo a mercancías extranjeras.

Los renglones más importados son iguales a 2005: farmacéuticos, carros, celulares, autopartes, computadores, semiconductores, aparatos electrónicos, de telecomunicaciones y médicos, vestuario, textiles y camiones. Colombia, de ellos, no suministra nada o casi nada y en petróleo crudo abasteció 3,2 por ciento de 130.000 millones de dólares totales (Census.gov).

Tras una década de TLC, el hidrocarburo junto con café, banano, flores, carbón, “otros alimentos” (azúcar, galletas, confites, pescado, aguacate y cacao), fuel oil, metalmecánica y envíos de menor valor venden más de 200 millones de dólares anuales y la novedad es el oro, por 1.568 millones de dólares, como en la Colonia (Census.gov).

Se reitera al mirar las 50 primeras compañías exportadoras desde Colombia a todo destino. Hay 29 extranjeras, las 19 principales en el sector minero-energético y en la petroquímica, cinco en café y flores, pocas en industrias, automotriz, metálicas, agroquímicos, cosméticos y resinas (Portafolio, 2019).

De 137 referencias vendidas en USA, 112 registran menos de 50 millones de dólares, solo 15 entre 50 y 200, y confecciones y textiles combinados un poco por encima de los 200. De todo lo que importa Estados Unidos, por 2,83 billones, las mercancías colombianas suman 13.177 millones de dólares, 0,46 por ciento, peor que en 2005 (Census.gov).

Con el TLC, Colombia ha retrocedido. ¿Por qué? La entrega del mercado nacional es razón primordial. En 2018, por 100 pesos de consumo de bienes industriales, incluso insumos, 44 eran de origen extranjero. Si las exportaciones son excedentes de las ventas internas, ¿cómo conquistar mercados afuera? El calzado lo ilustra. De 110 millones de pares demandados al año por los colombianos, 70 son importados. A Estados Unidos solo se exportan 200.000 pares por 7,5 millones de dólares. ¿Se renegociarán los TLC para enviar otro tanto allá antes que recuperar demanda aquí?

La ventaja comparativa no opera. Tal es el caso de las confecciones en USA. En julio de 2021, los diez países más vendedores, China, Vietnam, Bangladesh, India, Indonesia, México, Honduras, El Salvador, Camboya y Pakistán, colocaron 6.989 millones de dólares. ¿Apelar a la guerra salarial como ventaja absoluta? (https://apparelresources.com).

Hay barreras insalvables. La manufactura norteamericana tiene subsidios para exportar y para competir adentro. En 2016 hubo 86.000 millones de dólares en subvenciones; los recursos públicos compran 20 por ciento del PIB industrial (Saqueo, pág. 117) y esta semana pasó una ley por 280.000 millones de dólares que “acelerará la fabricación de semiconductores en Estados Unidos, bajando los precios en todo, desde automóviles hasta vajillas”(NYT). Predominan además duopolios y oligopolios: “Docenas de industrias están tan atrozmente concentradas que vale requerir qué hacen las autoridades antitrust” (Tepper-Hearn, 2019). ¿Los derrotaremos?

Con ese panorama, la revisión del TLC en los capítulos comerciales, pocos entre 23, debe centrarse, incluso con la pretensión exportadora, en la reconquista del mercado interno. La realidad muestra lo irrisorio de solo buscar más apertura en Estados Unidos. Sería un engaño.

El agujero negro de Air-e

¿El descomunal costo fiscal y los esforzados sacrificios de millones de costeños corren, revueltos con réditos de las subsidiarias de Utilities, a un agujero negro al exterior?

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Desde 2005, antes y después de Electricaribe, los gobiernos nacionales gastaron 13 billones de pesos en subsidios sociales, inversiones, asunción del pasivo pensional y otros. Se subvencionó la operación y se abonó el terreno para Afinia y Air-e, que ganaron, en marzo de 2020, la subasta para el comercio y distribución de energía en la costa caribe.

En el caso de Air-e, la “adquisición de los activos” para operar en el Atlántico, Magdalena y La Guajira, avaluados en 2,44 billones de pesos, le fueron entregados por 285.000 millones, el 11 por ciento del valor. Resoluciones de la Comisión Reguladora de Energía y Gas (Creg) y decretos de MinMinas concretaron el artículo 318 del Plan de Desarrollo del Gobierno Duque –que llena los bolsillos “inversionistas”– y formaron un atractivo negocio en detrimento del servicio público.

A partir de “un régimen especial tarifario” para la costa caribe, las resoluciones 010 de 2020 y 078 de 2021 de la Creg colgaron sobrecargos y rubros adicionales, tanto que, de octubre de 2020, cuando se inició la operación, hasta mayo de 2022, la tarifa plena pasó de 487 pesos a 920, un exorbitante 88 por ciento que la Creg aprobó diferir por años y que ahora va en 713, el 46 por ciento, tras una tasa de retorno del 11,36 por ciento (Creg, Res. 007 de 2020). El viacrucis va en la mitad.

¿Cuáles las arandelas colgadas a la gravosa tarifa? Un kilovatio base más caro; las pérdidas eléctricas reconocidas del sistema, factor que en 2020 era de 41 pesos por kilovatio, se trepó a 280 en junio de 2022; el traslado del impuesto de renta al consumidor a tasa del 35 por ciento, cuando la efectiva es 17,6 (Villabona, UN); la financiación de las inversiones futuras imputada a la factura, aunque la ejecución del plan en 2021 para corregir pérdidas eléctricas, con corte al tercer trimestre, iba en 53 por ciento de la programada, y para la calidad de potencia apenas en 43 por ciento (Superservicios, abril/2022), y además la instauración de la leonina modalidad prepago. El Decreto 1231 de 2020 de MinMinas reforzó la facultad de hacer y deshacer.

Air-e, con la confabulación institucional, empuja la implantación de los contadores tipo AMI, que miden el consumo, el voltaje, la corriente y más datos, para hacer lecturas “inteligentes” a fin de garantizar plena recuperación de costos. Hay un plan piloto de 10.000 instalados en una zona de Barranquilla y es un pulso pendiente con la ciudadanía.

¿Qué tal la suerte de Air-e con tan generosa regulación? Los estados financieros depositados en la Cámara de Comercio de Barranquilla, fuera de registrar cartera por 426.000 millones de pesos, alguna heredada, arrojan pérdida neta en 2020 por 153.164 millones y para 2021 por 373.165. Esas cifras están afectadas por el rubro contable “deterioro de valor de activos” por 123.953 y 493.830 millones en 2020 y 2021.

Si a los números rojos de este último año 2021 se les quitara ese “deterioro”, una estimación contable proyectada por una consultora, afloran ganancias en pesos corrientes de 120.665 millones. Sin la artificiosa depreciación de activos, que también reduce el pago del impuesto de renta, de la contabilidad para 2021 resulta una rentabilidad sobre ingresos de 3,8 por ciento y 3,1 sobre activos (ver estados financieros Air-e).

Nada extraño, solo que 99,5 por ciento de Utilities Inc. nació como propiedad de firmas domiciliadas en Panamá, tuteladas por el bufete Obaldía y García de Paredes, con un carrusel de funcionarios comunes. A las originales Globus Capital Corp., Tiznow Finance, Barnes Finance y Ramber Latinoamericana, se añaden otras –locales y panameñas– en una intrincada telaraña. Por ejemplo, la asamblea de Utilities Inc. de agosto 13 de 2020 en Bogotá, en la carrera 8a. n.° 69-67, decidió que 99 por ciento de las utilidades del conglomerado se girarían a Globus Capital Corp. (ver acta art. n.° 6). Típico Panamá Papers.

¿El descomunal costo fiscal y los esforzados sacrificios de millones de costeños corren, revueltos con réditos de las subsidiarias de Utilities, a un agujero negro al exterior? Ojalá veedores sociales o la Liga de Usuarios del Atlántico o frentes amplios ciudadanos, como el de Riohacha, destapen a quienes declaran quebrantos contables en Colombia, pero giran jugosos dividendos a Panamá o quizás a otros destinos.

Las herencias de Pipe

¿Pasará la herencia de Pipe por encima del “cambio” o será parte del variopinto Acuerdo Nacional, recargado por “los mismos con las mismas”? Veremos.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Al iniciar su periodo conversé con Felipe Córdoba y le dije que esa posición podría ser plataforma para sentar un precedente contra tanto ladrón tradicional del erario y el despilfarro de recursos públicos. La era de Córdoba se rigió por el Acto Legislativo 04 de 2019, que adicionó el control preventivo y concomitante, y concretó un sistema de advertencias que aumentó el número de funcionarios a 6.829 y el presupuesto a 1,33 billones, triplica el de 2019 (SEMANA 15/1/2022, “Control descontrolado”).

Terminó en chasco. Según denuncias de Valeria Santos y Sebastián Nohra en Blu Radio, a dos contralores delegados que visaban proyectos del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), luego de ser aprobados, les valió para cobrar coimas. Eran parte de un carrusel con alcaldes, congresistas conservadores como Merheg, Ape Cuello y Manzur, señalados en la investigación, y el director de regalías de Planeación Nacional (DNP), Álvaro Ávila, “coterráneo y copartidario” del director, Luis Alberto Rodríguez. Se estima el desfalco en centenares de miles de millones de pesos, y los contralores Quiroz y Gualdrón, de acuerdo con la acusación, pedían 2 por ciento de la contratación tramitada.

Córdoba deshonró asimismo la gestión de la Contraloría en el proceso de Hidroituango contra Sergio Fajardo. Con el escándalo en plena campaña electoral, fue evidente la dañina motivación cuando, como se había advertido, el seguro cubrió los costos del detrimento patrimonial. En la firma del pago de la póliza entre Mapfre y EPM, tras haber puesto en la horca a Fajardo y a 25 personas más, dijo con solemnidad: “En el momento en que se salden los 4,3 billones de pesos no habrá inhabilidades ni sanciones para ninguno de los 26 (sancionados)” (El Tiempo, 10/12/2021). Sentó el funesto precedente del control fiscal amañado como arma política.

A los desatinos institucionales, del control preventivo vuelto previo o del abuso para afectar carreras electorales, se añaden espinosos asuntos que envuelven a Felipe Córdoba. El primero es el deliberado ocultamiento del valor real de una mansión de 1.083 metros cuadrados en un lote de 4.158 en la zona de mayor valorización en Pereira, Malabar, a medio millón de pesos por unidad de terreno, que construye la “sociedad conyugal vigente” con Marcela Yepes (El Espectador, julio 3 de 2022).

En la crónica sobre esta edificación se relatan asimismo los vínculos que ha tenido con empleados y recursos técnicos de la firma constructora Grupo Rivera, la misma que le vendiera a la Contraloría un edificio en obra negra para la sede en Pereira, por 5.184 millones de pesos, después de adquirirla, tres meses antes, a un banco por 3.200. Al mismo contratista se le adjudicó la obra de adecuación por otros 6.973 millones. ¿Cómo fueron los concursos para el terreno y para los acabados que ambos beneficiaron al mencionado grupo? (El Espectador, idem).

El segundo es el doctorado exprés, que le permite a Pipe cargos futuros en las cortes o la Fiscalía. La documentación exhaustiva, de disímiles fuentes, da cuenta de que, en ejercicio de funciones de tiempo completo, en “dos años y medio se graduó de abogado de la Universidad Politécnico Grancolombiano y obtuvo, además, el título de un doctorado en la Universidad de Jaén en España”, con reconocimiento cum laude. Una revisión académica y periodística, que encontró inconsistencias, plagios y manipulaciones ideológicas en el trabajo de grado, dio para el sonoro titular: “Summa cum fraude” (Caracol Radio, 2/6/2022).

Antes de que el Tribunal de Cundinamarca resolviera “rehacer la lista de elegibles” por razones de mérito y género (14/2/2022), Córdoba había formado un elenco de diez personas para la sucesión. Ocho de su cuerda: seis burócratas de la Contraloría, incluidos Quiroz y Gualdrón, más el excontralor de Bogotá, Andrés Castro, y Luis A. Rodríguez, exdirector del DNP, enredado en la manchada tramitación de proyectos PDET.

Toma fuerza María Fernanda Rangel, directora de una división de la Contraloría, la Diari, que recibía las hojas de vida recomendadas por los politiqueros y colocaba la clientela, como la del corrupto Mario Castaño. Tiene trayectoria, de empleada o contratista, en la Presidencia, el Ministerio del Interior, el Senado, la Fiscalía, el Ministerio de Justicia y la Previsora, siempre apadrinada, y es de oídas su cercanía con Roy Barreras, el eficaz lobby a su favor del “gordo” Bautista, paisano cucuteño, y el segundo grado de consanguinidad con los dueños de la emproblemada empresa operadora del relleno Doña Juana de Bogotá. La campaña a la Contraloría, con base en el directorio cordobista, está en marcha. ¿Pasará la herencia de Pipe por encima del “cambio” o será parte del variopinto Acuerdo Nacional, recargado por “los mismos con las mismas”? Veremos.

¡Dios salve a Belén de Umbría y Mistrató!

A tan apacible y productivo municipio llegó la zozobra. Su ubicación en la falla de San Jerónimo, donde hay yacimientos de minerales, lo puso en la mira de las mineras multinacionales.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Belén de Umbría es el primer municipio cafetero de Risaralda y de los mayores del país, con 800.000 arrobas anuales. Tiene 32.000 habitantes en 180 kilómetros cuadrados y su vocación agropecuaria se extiende al plátano, el lulo, la mora y los cítricos. Se plantan en 55 veredas y su fundación, en 1890, fue fruto de la expansión de la frontera agrícola en la colonización antioqueña.

Aunque hubo violencia liberal-conservadora y del conflicto armado, predomina la vida pacífica y organizaciones no gubernamentales locales trabajan para combinarla con el atractivo del Paisaje Cultural Cafetero, incluido el 25 de junio de 2011 por la Unesco como Valor Universal Excepcional, que atrae el turismo (Conpes 3803).

En Belén de Umbría hay un ecosistema hídrico y biodiverso con distintos cuerpos de agua. El río Risaralda lo bordea y la principal quebrada es la Santa Emilia, que surte el acueducto, construido en 1976 en un convite cívico para aprovisionar a 15.000 habitantes del casco urbano. Tiene depósitos cuaternarios acuíferos y, aunque se carece de estudios hidrogeológicos, los hay de más de 200 años. Para proteger el agua se consolidó el parque natural, también llamado Santa Emilia, de 528,5 ha (ipt.biodiversidad.co).

A tan apacible y productivo municipio llegó la zozobra. Su ubicación en la falla de San Jerónimo, donde hay yacimientos de minerales, lo puso en la mira de las mineras multinacionales. Datos preliminares calculan 0,151 gramos de material cuprífero por tonelada de roca y asociado a oro, que motivó la codicia del capital extranjero extractivo, el que, quizás con dicha información, requirió títulos mineros, inclusive antes de que la Agencia Nacional de Minería (ANM) expidiera la Resolución 233 del 17 de diciembre de 2021, que creó el Área Estratégica Minera (AEM) en Belén, Mistrató y una porción de Guática.

Esas AEM aparecen en los planes de desarrollo de Juan Manuel Santos y fueron ratificadas en el artículo 336 del de Iván Duque. Se decretan donde haya minerales “estratégicos” como oro, platino, cobre, fosfatos, potasio, magnesio, carbón metalúrgico y térmico, uranio, hierro, niobio y coltán, o arenas negras o industriales. Los dirigentes criollos no pelean cuando de feriar la riqueza nacional se trata.

Hay solicitudes de concesión de títulos por 8.944 hectáreas dentro del escandaloso porcentaje de 97,1 por ciento que la ANM considera en Belén de Umbría como “Área susceptible para el desarrollo de proyectos mineros”. Bajo tan insólito concepto, si se otorgan, se sufrirá una transformación total, se desecharán la vocación agrícola tradicional con el empleo de 10.000 familias, y se desplazará a 1.500 de ellas.

¿Quiénes gozarán este potosí? Desde junio de 2016, cinco años antes de declarar el polígono de la AEM-Belén de Umbría y Mistrató, la compañía Northern Colombia Holdings Ltd. pidió la adjudicación de 5.921 hectáreas para el contrato de concesión L685, que abarca 17 veredas de Belén, 21 de Mistrató, y su casco urbano, y cinco de Guática.

La Northern era de la Anglo Gold Ashanti, que en 2019 la vendió a la Royal Road Minerals (RRM), con 36.000 hectáreas de concesiones firmes en Nariño y Cauca, y 215.000 más de “derechos para adquirir”, por 4,6 millones dólares, cifra tan baja que provoca suspicacias de suplantación (Rumbo Minero, 03/0 7/2019). Ahí cayeron Belén de Umbría y Mistrató. La ANM concretó esos “derechos” y acolitó que entre multinacionales –como moneda de cambio– se trocaran territorios y subsuelos nacionales, la vida y también la práctica económica de centenares de miles de compatriotas.

Otras empresas, la Mining Systems S. A. S., al parecer nacional, demanda 149 hectáreas sobre otras cinco veredas belumbrenses, y Mataje-Colombia, de propiedad de Salazar Resources, firma asentada en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes, está tras 3.851 hectáreas, que caen sobre 13 más. Belén de Umbría se desintegraría entre concesiones mineras.

La canadiense RRM también está asentada en Nicaragua, de propiedad de Agnico, otra de ese país, y del inglés Timothy Coughlin, cazafortunas mineras por décadas y exgeólogo de la Anglo Gold. De obtener el título, la cobijaría el tratado de libre comercio (TLC) con Canadá y anularlo obligaría a un tribunal internacional.

No se sabe el volumen de minerales preciosos y cobre que se extraería y menos los millones de toneladas de roca que se descompondrían, ni dónde se depositarían los deslaves y ni los circuitos subterráneos que se abrirían con explosivos, con daños a decenas de acueductos y al río Risaralda. Y mientras míster Coughlin entona gozoso en la feria de minería como súbdito el himno “¡Dios salve a la reina!”, la respuesta cívica ha de ser: “¡Dios salve a Belén de Umbría y Mistrató!”.

¿Adónde vas, Ecopetrol?

Cualquier señal precipitada, sumada a los traspiés acarreados por las determinaciones sin transparencia en el cuatrienio Duque, podría ser el remate del primer patrimonio público nacional. No jugar con candela.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Ecopetrol es la primera y más estratégica empresa del país, propiedad del Estado en 88,5 por ciento. Sus problemas, aunque pueden empeorar, no se inician con el aviso de Petro de suspender nuevas licencias para exploración de petróleo. Luego de los enredos de Reficar y Bioenergy, ocurrieron otras desventuras bajo el mando de Duque, Luigi Echeverri y Bayón, mando que alargaron hasta 2025 de modo abusivo. Aunque el costo de equilibrio por barril de petróleo bajara a 30 dólares, ciertos indicadores reflejan dificultades.

Lo peor es el endeudamiento. De 2018 a 2022, los pasivos pasaron de ser 53 por ciento de los activos al 64,4 (estados financieros, Grupo Ecopetrol). Ecopetrol debe 2 de cada 3 pesos de sus activos y, de esas deudas, las financieras son casi la mitad. En 2021, por ejemplo, los dividendos aprobados, que fueron 11,5 billones de pesos, se pagaron con deuda.

Las operaciones en el mercado interno, sumados combustibles y petroquímica, gas, servicios y transporte, superan el valor de la exportación de crudo. Si bien la producción diaria es 692.00 barriles, menor que los 715.000 de 2017, lo recibido por barril sube cuando al precio internacional promedio se suma el del refinado, con márgenes hasta de 18,6 dólares por unidad procesada en Reficar.

¿Por qué la caída recurrente del valor de mercado de Ecopetrol desde 2008? Las acciones petroleras descendieron desde ese año en dólares constantes: en junio 24 de 2022, la de BP es el 85,5 por ciento del valor 14 años atrás; la de Shell, el 83,1; la de Exxon, el 82,9; la de Chevron, el 79,9; y la de Ecopetrol, el 65,8 con clara tendencia a la baja en ese lapso (El Tiempo, 26/6/2022).

Ese ejercicio muestra la incredulidad por las expectativas a futuro de Ecopetrol. ¿Acaso no se ha creído que los créditos contratados tengan respaldo en inversiones con tasas de ganancia apetecibles? Decisiones tomadas en estos años afectan la confianza del mercado, que, pese a los presentes precios de ganga, ve una rentabilidad del 14,5 por ciento sobre los activos, inferior a la de 2011 o 2008 (Saqueo, pág. 510).

Es un albur el compromiso redondo de 1.500 millones de dólares en la sociedad (49 por ciento) con Oxy para hacer fracking en la cuenca Permian en Texas, fuera del 87 por ciento de los gastos totales de perforación. Al ritmo de extracción de 26.700 barriles por día (neto para Ecopetrol antes de regalías, 1T, 2022) y utilidades por 100 millones de dólares (SEMANA, 12/5/2022), el recobro del capital sería en décadas.

Ecopetrol perdió 60 millones de dólares en 2020 en el pozo Saturno en Brasil, asociado con Shell, que resultó seco (Bloomberg); en Angola, liquidó en 2021 Ecopetrol Oil and Gas Germany GmbH, tras perder 192,5 millones de dólares en una aventura exploratoria fallida (dato Ecopetrol) y se indaga la venta neta del 50 por ciento de Savia Perú por 30,75 millones de dólares en 2021, cuando se habían invertido 642 millones en 2011 (CGR). Sume a todo 110 millones de dólares más en el piloto de fracking en Puerto Wilches sin licencia social y en alto riesgo por el cambio político. Escandaloso todo.

La adquisición de ISA, con deuda por 4.500 millones de dólares a favor de la hacienda nacional, ni trajo transición energética, en tanto pagó en 2021 bonos para carbono neutro por 47.888 toneladas de CO2 por transmisión contaminante de energía y el 25 por ciento de los ingresos vienen de concesiones viales en Chile y Colombia, ni tampoco arrojó rentabilidad de la inversión, que en 2021 fue solo 1,5 por ciento. ¿No compra pulpa, pero sí hueso?

Ecopetrol puede devaluarse más, dado que el decreto de suspensión de licencias futuras de exploración de Petro impondría de facto, pese a 240 oportunidades exploratorias que tiene, un límite, un techo, a las reservas de la compañía, supeditadas a hallazgos a partir del 7 de agosto de 2022, y no tendrá más franquicias. Esa restricción pesa sin duda en el bajón de la acción en Wall Street (ADR) de 17,32 dólares a 11 durante junio (MarketWatch).

¿Adónde vas, Ecopetrol? Se diseñan proyectos de energía renovable, parques solares y eólicos e hidrógeno verde, pero el horizonte del uso de hidrocarburos y productos petroquímicos pervivirá por décadas. En el marco de combustibles limpios y eficientes, su futuro próximo no puede distar de los ajustes necesarios para avanzar en el control del mercado interno de gasolina, diésel y derivados, el primer filón, como único proveedor. Cualquier señal precipitada, sumada a los traspiés acarreados por las determinaciones sin transparencia en el cuatrienio Duque, podría ser el remate del primer patrimonio público nacional. No jugar con candela.