¡No callen a Norman!

Contrario a la propaganda oficial, el reemplazo de Electricaribe por Air-e aparece peor que la enfermedad, y Norman Alarcón no ahorra palabras para contarlo.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Norman Alarcón es un líder social y político. Luego de estudiar economía en la Universidad de Antioquia “se descalzó” por varias regiones de Colombia a disposición de justas causas, en medio de la lucha por la subsistencia, en una vocación de vida que se incubó desde cuando fuera activista estudiantil y siempre al lado de Marta Vélez, una docente, su compañera.

Por décadas puso esfuerzos y conocimientos para acompañar los pescadores y habitantes de las riberas del río Magdalena, desde Ciénaga hasta La Dorada, siguiéndoles el pulso a los sucesos alrededor de esta primera corriente hídrica del país. En ese empeño se distinguió por sus programas emitidos en Radio Pontoná y oídos por miles de ribereños entre ellos Actualidad Económica, el cual acompañaba con columnas sobre las problemáticas, incluidas las de los contornos aledaños, como la ganadería o el café, y los cultivos sembrados en llanuras y cordilleras. Estimuló la resistencia civil por su defensa y preservación.

Cumplía así con “ser la voz de los que no tienen voz”, independiente de los poderes políticos, militando en la izquierda democrática, aparte de oportunismos politiqueros y también de dañinos extremismos, lo que no pocos dolores de cabeza y persecuciones le ha acarreado.

Como Guillermo Cubillos, su piragua terminó hace más de dos décadas recalando, en este caso, en Barranquilla. Allí continuó la tarea de estudiar los problemas, esclarecerlos y velar por su justa solución, desde los medios, pero también desde la calle, en la reunión comunal, en foros, en el debate político y en la protesta pública y legal.

En su participación en 2006 en el Foro en Defensa del Patrimonio Público con una ponencia sobre los despojos en la Triple A, advirtió cómo se iban esfumando, por negligencias y trucos de distintas administraciones, las acciones mayoritarias del distrito de Barranquilla, que pasaron del 85 por ciento en 1996 al 14,5 en la actualidad, y alertó sobre la corruptela empotrada que culminó en el “cambiazo”, de Aguas de Barcelona a Canal Isabel II de Madrid a través de Inassa S. A., que, como se admitió por los propios culpables, trajo lucro descomunal para la burocracia española y para “distinguidos” cómplices locales. Esto le ha venido causando animosidad en su contra del combo dominante, dado que además escribe los hallazgos en el periódico La Libertad y en el portal Las 2 Orillas.

No obstante, el foco de las denuncias fue Electricaribe en manos de la española Unión Fenosa a partir del año 2000. Con investigaciones rigurosas develó el descarado saqueo ibérico: desmantelamiento de miles de kilómetros de redes de cobre, exportadas a Europa con pingües ganancias, reemplazadas por aluminio de poca vida útil en detrimento del servicio; tercerización laboral y despidos masivos, y robo de subsidios del Foes para 600.000 familias costeñas por 300.000 millones de pesos como lo corroboró la Contraloría General.

Contrario a la propaganda oficial, el reemplazo de Electricaribe por Air-e aparece peor que la enfermedad, y Norman Alarcón no ahorra palabras para contarlo. Son cuatro las razones: 1) entrega del patrimonio público, venido de Electricaribe y valorado por 2,4 billones de pesos, por apenas 285.000 millones, el 11 por ciento, cifra que el Plan de Desarrollo de Duque había cubierto de secretismo; 2) aumento de la tarifa plena del 70 por ciento en un año, al subir el cobro del kilovatio hora de 500 pesos a 852 pesos para financiar por anticipado obras de expansión y mejoras; 3) cobro ilegítimo de la cartera de Electricaribe a los usuarios, a los mismos despojados de los subsidios e 4) imposición a cargo de los hogares de medidores “inteligentes” AMI, sin soporte en resolución alguna de la Creg, que debería ser solo una opción del consumidor. Perjuicios similares acaecen con el otro operador, Afinia, lo que prolonga el menoscabo del bienestar de 11 millones de costeños.

Las denuncias de Norman y la organización de los usuarios en ligas y movilizaciones le valieron dos graves intimidaciones: seguimientos amenazantes frente al edificio donde reside, denunciados ante las autoridades con testimonios escuchados que “era al que había que seguir día y noche”, y una “denuncia penal en la Fiscalía por injuria y calumnia en calidad de representante de la Liga de Usuarios en la Costa Atlántica” por parte de Air-e.

No es proceder nuevo: así se acusó en 2020 por el grupo dominante en Air-e a Carlos Alfredo Crosthwaite por sus críticas a Enerpereira, la que también controla. Contrario al derecho de expresión, se tramita por las Fiscalías como delito y que, luego de esta columna, hasta podría venir una en mi contra, pero a ninguno acallarán y menos a Norman.

Fe de erratas: por impensado error en columna anterior escribí que Juan Carlos Echeverry fue ministro de Minas de Santos, fue de Hacienda.

La coalición de la mermelada

Resulta injustificable que, con este balance, los responsables, que han ocupado posiciones de decisión en el Estado en las últimas décadas, aleguen “experiencia”.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

El Paro Nacional fue un suceso notable en 2021 y mostró la indignación sobre el estado de cosas, concentrada en la absurda reforma tributaria de Duque y Carrasquilla y en la mercantilista relativa a la salud. La contrariedad casi general se expresa todavía en sondeos como el de Cifras y Conceptos (septiembre de 2021), en el que 41 por ciento dice estar “mamado”, 19 por ciento “incluyente” y 26 “reformista”. Piden, con distintos enfoques, un cambio, no continuidad.

Esos resultados, que no deben separarse de la ira que causa la corrupción, se relacionan además con pobreza, desempleo, desigualdad, salario e ingreso. Aunque de uso poco frecuente, un buen indicador para medir las condiciones socioeconómicas es el Índice de Miseria de Okun. En su versión más simple, la suma de la tasa de desempleo y la inflación para el tercer trimestre de 2021 en Colombia fue 16,62 (BanRep), más que en 2019, antes de la pandemia, cuando ya era de los países más miserables del planeta (Saqueo, página 208). En 2020, en la modalidad de Índice de Miseria Hanke, el nacional estuvo en 35,8, mientras que la mediana mundial fue 23,4 (Cato).

Resulta injustificable que, con este balance, los responsables, que han ocupado posiciones de decisión en el Estado en las últimas décadas, aleguen “experiencia” y se presenten, por encima de estos hechos, como “resolvedores” (sic) para “salir de la crisis” que reconocen.

Uno es Juan Carlos Echeverry, exdirector de Planeación de Pastrana, exministro de Minas y Energía de Santos y presidente de Ecopetrol en el mismo gobierno. Fundamenta su candidatura en “muy buenas relaciones en Washington y Wall Street” (KienyKe, 19/08/2021) además de ser paladín de la “disciplina fiscal”, la del FMI, de más ingresos (léase más impuestos) y menos gasto, que presume haber contribuido a aplicar más allá de los acuerdos con el Fondo (Modelosde desarrollo económico, 2002, págs. 429-477), que se reforzó desde 2012 con la implantación de la regla fiscal, que ya estalló dos veces, y que cuenta ahora con una versión más severa.PUBLICIDAD

Como ironía, Echeverry pone en la “descentralización” un emblema de campaña, cuando en 2001 en el DNP fue cogestor del Acto Legislativo 01 que transformó el régimen de transferencias en el Sistema de Participaciones (SGP), y que privó, en pesos de 2019, a municipios y departamentos de 318 billones de pesos, arrebatados a salud, educación y saneamiento básico (Espitia) para soportar largos beneficios tributarios. Plantea un salario mínimo inferior para el Chocó o Sucre, en busca de inversionistas hacia islotes de mano de obra barata como Bangladés o Etiopía o el distrito de Kaesong, el que montara Corea del Norte para empresas surcoreanas con salarios de 80 dólares al mes. ¿Echeverry y Kim Jong-un?

“Dime de qué alardeas y te diré de qué careces”, justo para Enrique Peñalosa. En todos los escenarios receta como pócima la “gerencia”, pomposo término con el que designa su doble alcaldía de Bogotá. En tanto el más grande daño al urbanismo fue sacar, en 2000, el metro de la Avenida Caracas, su eje natural, y reemplazarlo por buses de TransMilenio y 20 años después hubo que corregir, montándoles encima el tren eléctrico. En su dogmatismo “gerencial” declara fobia constante por los sindicatos y fervor por las privatizaciones. Asimismo, volvió modus vivendi ser candidato: el CNE certifica que a Peñalosa se le repusieron 5.794 millones de pesos por cuatro candidaturas entre 2007 y 2015, una cada dos años, tres a alcaldías, dos por firmas como ahora y otra a la presidencia. (ver documento CNE).

Federico Gutiérrez profesa el discurso continuista: aprovechar “no sé cuántos TLC (sic) para exportar” o que hay mucho “subsidio ocioso”, que “todo no puede ser regalado”, o las vías 5G como locomotora o culpar de la inseguridad a los jueces, lo que mezcla con demagogia, al doble del estimado de Camacol: hacer 1,8 millones de viviendas en el cuatrienio (Foro Semana). Se acomoda en este combo de “expertos” Barguil, oficialista de nocivas políticas centrales por tres periodos consecutivos en el Congreso y favorito de las burocracias gubernamentales, al que sus colegas del Partido del Presupuesto, como decía Roberto Gerlein, eligieron candidato.

La montonera fue confirmada en Barranquilla, precisamente donde 66 por ciento de los hogares no consumen tres comidas diarias, con Álex Char, campeón de la politiquería, y soldada con un pote de neoliberalismo y cucharadas de filosantismo y filouribismo, adobada con Cambio Radical, la U y los conservadores (El Tiempo 14/11/2021), donde cabrían Cárdenas o Zuluaga o Alejandro Gaviria.

Es solo otra unión más de los mismos con las mismas, un frente nacional de la mermelada, ingrediente conque el mismo Echeverry degradó en su ministerio la muy maltrecha democracia colombiana.

Fui, vi y vendí

No dejará más huella que la sumisión ante los poderes mundiales como agente viajero del saqueo: fue y vendió.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

Animado por “a viajar, que esto se acaba”, Iván Duque inició el 24 de agosto pasado un periplo de cinco viajes, en cuatro semanas de las últimas nueve, a ocho países: España, Estados Unidos (dos veces), Corea del Sur, Brasil, Escocia, Francia, Emiratos Árabes Unidos e Israel. Hay reseñas sobre la comitiva de 150 personas para el crucero de Escocia hasta Israel pasando por París y Dubái, acompañado de esposa, hijos, hermano y patos infaltables como Luigi Echeverri, émulo del rol de su padre en el Gobierno de Uribe, la jefa de Gabinete, María Paula Correa, y casi todos los ministros en despliegue burocrático internacional. También se habla sobre el ¡hola!, de puño con Joe Biden o la conversación con Infantino, el de la Fifa, que solo provocan burlas.

Tiene más interés evaluar la esencia de las correrías: ahondar en la atracción de capital extranjero como variable de cierre de la economía, la misma de César Gaviria y, en el siglo XXI, de Pastrana, Uribe y Santos, que la hace dependiente en exceso de la inversión foránea y, por consiguiente, vulnerable a sus ciclos, rentabilidades e imposiciones. “Vender el país”, lema inspirador de Duque.

En ese afán se resaltan las reuniones de negocios a puerta cerrada con inversores como Millicom, la empresa que “estafó a Medellín”, por los resultados de la fusión en Tigo, como acusa el representante Jorge Gómez, o con Goldman Sachs y JP Morgan para que nos refuercen la dosis tóxica de una tasa interna de retorno del 9 por ciento o más, de las vías 4G y ahora de las 5G, o con los imperios empresariales coreanos, Samsung o Hyundai, que nos tienen aherrojados en el TLC, para que aterricen en la “economía naranja” a cambio de colocar unas toneladas de aguacate, limón y banano.

También con Florentino Pérez, poco transparente con sus contratos en Colombia, y con Jeff Bezos, magnate que casi nada deja de sus actividades digitales, o con fondos brasileños, presentes en infraestructura como Itaú o BTG Pactual, que ya están en las jugosas vías 4G, y, en el colmo, alentar los temas mineros, al calor de excesos gastronómicos, con los fondos soberanos de los Emiratos Árabes Unidos, que pujan con Minesa por arrojarse sobre el oro del páramo de Santurbán.

Los supuestos flujos de capital que atrajo en el periplo apenas llegan, según su propaganda, a 6.000 millones de dólares: 2.500 de España, en particular del empresariado de Galicia, pesquero, tecnológico y sede principal de Zara; 2.300 de Francia empujados por Medef, organización empresarial que “toma iniciativas que permitan a las empresas beneficiarse de un entorno legislativo y regulatorio favorable… en Francia como en el extranjero”; 1.400 de Brasil y 70 de Emiratos. A la vez contrajo más deudas: por 500 millones de dólares del BID, crédito dispensado por Claver-Carone, trumpista por el que Colombia votó en oposición a Latinoamérica; 2.000 millones más del Banco Mundial y la ratificación de la línea especial de crédito del FMI por 5.400 millones, para cubrir déficits en las cuentas externas. Una excursión de hinojos en la que no faltó la estación en la Ocde.

Se acompaña la subasta con osos como el fallido lanzamiento de su libro en la Feria de Madrid, o el alarde con el premio Theodore Roosevelt, el de I took Panama, que le dio el ICFF (grupo de lucro en conservación ambiental), o la penosa tertulia con Almagro, de la OEA, acerca del fracasado apoyo a Guaidó, o las complacencias con la familia Buffett, ligada a CB&I, demandada en la corruptela de Reficar; o la instalación de una oficina de INNpulsa en Jerusalén, desechando el pedido palestino de privarse de representaciones en esa ciudad (Agencia EFE) y, de remate, declaratorias de animosidad contra Irán.

Debe añadirse el Duque histriónico, que, aplicando el fracking, funge de líder ambientalista, más que Greta Thunberg, con el estribillo “50 por ciento menos de GEI para 2030, carbono cero para 2050 y 30 por ciento de áreas protegidas”, incluidas las marinas que Uribe cedió en el TLC con Estados Unidos, o de febril promotor de la reforestación como “negocio verde”, o de abanderado de la paz en la ONU y con Macron en París, mientras persiste el holocausto de líderes sociales y firmantes del acuerdo y se incumple el capítulo de tierras. El mismo que lloró en el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén y llevó otrora una ofrenda floral a la Revolución china en Beijing. Lagartadas por doquier.

“Conocerás a las personas en el extranjero”, adagio que aquí se cumple. Es la versión siglo XXI de Marco Fidel Suárez, el Duque de la “política de la subordinación activa”, que “concedió un estatus preponderante a la variable económica” (M. Ardila, 1990), y no dejará más huella que la sumisión ante los poderes mundiales como agente viajero del saqueo: fue y vendió.

Vega, un registrador torcido

Lo sustancial es alertar sobre la amenaza a la transparencia y la precaria garantía de imparcialidad de este registrador con opacidad e incoherencias en sus ingresos, patrimonios ocultos y falsedades en documentos públicos.

*Publicado originalmente en Revista Semana.

El 10 de octubre de 2019 se anunció la selección, entre 59 candidatos inscritos, de Alexander Vega Rocha como registrador nacional del Estado Civil. Lo escogieron, en nombre de las tres cortes, Constitucional, Consejo de Estado y Suprema, las magistradas Gloria Ortiz y Lucy Jeannette Bermúdez, de las dos primeras, y Álvaro García de la tercera. Previo a la entrevista, que daba 300 puntos, Vega iba quinto con 71 puntos abajo del primero y sorpresivamente, como pasa con contralores y personeros favoritos, obtuvo un puntaje de 285 con el que superó por tres al segundo (SEMANA, 10/10/2019).

Para Vega, oriundo del Guaviare, es el último peldaño de una carrera pública que inició como personero de Chía entre marzo de 2004 y 2007; luego como contratista de la Secretaría de Gobierno de Bogotá para asuntos electorales en la administración de Samuel Moreno y de 2009 a 2014, como abogado consultor, entre algunas, en la firma Rodrigo Escobar Gil S. A. S. (Función Pública), del exmagistrado condenado por tráfico de influencias en el expediente de Fidupetrol (El Tiempo, 10/09/2021).

En el cuatrienio 2014-2018, en representación del Partido de la U, Vega fue magistrado del Consejo Nacional Electoral (CNE), que saboteó la revocatoria de Peñalosa y archivó el caso Odebrecht. En 2013 constituyó el Grupo Jurídico Empresarial Martínez & Vega Asociados, con matrícula mercantil vigente 00023-67029, junto con su padre, Campo Elías Vega Goyeneche, y Luis Eduardo Martínez Gutiérrez (Cámara de Comercio).

Hasta aquí sin novedad –fuera de escalar conectado con clanes políticos como los Ñoños (La Silla Vacía, 11/10/2019) y de combos anómalos, como se dice en el Meta– si tal ascenso no se manchara al cotejarse los distintos datos que Vega aportó en el Formato Único de Inscripción cuando se posesionó como registrador; en la Declaración de Bienes y Rentas (Sigep, enero 2020) y en la Declaración de Renta de 2019. Sospechosamente, en el Formato tapó sus vínculos con Escobar Gil

Un análisis del balance y del estado de ingresos y egresos de Vega, consolidando los datos, arroja que, en la declaración de bienes, acredita activos, en bancos y un apartamento, por 440 millones de pesos, y pasivos, por tarjetas de crédito y otros, por 156 millones, para un patrimonio contable de 283 millones, distinto al de 300 millones de la declaración de renta.

Sin embargo, en ambas declaraciones, Alexander Vega omitió que es dueño de dos propiedades en Chía: el 50 por ciento de la casa 23 de la Unidad Residencial San Nicolás, de 218 metros cuadrados, adquirida el 8 de abril de 2013 con su cónyuge por 320 millones de pesos, donde tiene viviendo, desde diciembre de 2019, al alcalde de ese municipio, Luis C. Segura, y de un lote todavía de engorde comprado el 15 de julio de 2014, en el conjunto residencial Granjas de la Balsa, con 3.256 metros cuadrados, por 150 millones de pesos, hoy valorizado por diez veces (metrocuadrado.com). Vega es mandamás en Chía.

Los datos corresponden a las matrículas inmobiliarias 50N-20550584 y 50N-834803, que el 28 de octubre de 2021 registraba la Supernotariado. ¿Por qué no las declaró ni tampoco sus acciones en el Grupo Jurídico Empresarial? ¿De quién será la costosa casaquinta que Vega frecuenta en Restrepo (Meta), que fue del exgobernador Darío Vásquez en Villa Valeria, el célebre condominio de Palacino (SaludCoop)? ¿Cuál es el origen de los recursos con que se compraron?

En cuanto a egresos e ingresos, Vega solo declara, en 2019, la minúscula suma de 34,03 millones de pesos por salarios, lo que, al descontar gastos y deducciones, deja una mísera renta líquida de 20,74 millones sobre la que pagaría impuestos, de lo que se infiere además que el Grupo Jurídico no entregó utilidades. Es raro que tuviera en diciembre saldos bancarios por 14 millones, 40 por ciento de sus entradas declaradas, y a la vez obligaciones por 107 millones en tarjetas de crédito. ¿Cómo pagaría con tan exiguo salario? Ni cuentas claras, ni chocolate espeso.

El proceder de Vega puede configurar un delito contra la fe pública (falsedad documental) al declarar “bajo la gravedad de juramento” (art. 122, inciso 3 CP) que los únicos bienes y rentas eran los que relacionó y omitió intencionalmente incluir varios otros. Esto sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria por violar además los deberes en la Ley 190 de 1995.

Aparte del compromiso legal, o que la Fiscalía lo eleve ante la Corte Suprema, o de un debate de control político, lo sustancial es alertar sobre la amenaza a la transparencia y la precaria garantía de imparcialidad de este registrador con opacidad e incoherencias en sus ingresos, patrimonios ocultos y falsedades en documentos públicos, a cargo de unas elecciones trascendentales: apenas para un país al que se pretende torcer todavía más.