China

A futuro, el país delineó la inteligencia artificial como la primera carta de navegación.

La opinión mira –en esta coyuntura– hacia oriente, quizás sin conocer los fundamentos de la República Popular China (China). Esta columna, sin agotarlos, pretende describir algunos. Tiene 1.400 millones de habitantes y un producto interno bruto (PIB) de 14 billones de dólares. Es la segunda economía, y si en 2018 creció 6,6 %, entre 1978 y 2010 lo hizo 10 % anual, apalancada por crédito irrigado a hogares, empresas, gobiernos locales, bancos y gobierno central, que suma 300 % del PIB. Sus reservas externas alcanzan 3,12 billones de dólares, con 1,14 en bonos del Tesoro norteamericano.

Es fuente comercial de 140 países, responsable del alza mercantil entre 2002 y 2012 y del crecimiento global. Conviven “dos sistemas”: empresas estatales estratégicas y un sector privado que aporta 66 % del PIB y 70 % del empleo e incluye 338 multimillonarios. Los mercados financieros de Shenzen y Shanghái –solo superados por Wall Street– cuentan con miles de firmas emisoras que transan billones anuales en acciones, bonos públicos y privados con retornos en 20 años hasta del 20 % e inflación media del 4 %. A futuro, China delineó la inteligencia artificial como la primera carta de navegación.

Su iniciativa exterior es “One Belt, One Road”, nuevo “Camino de la Seda”, motor en construcción de puertos, ferrocarriles, hidroeléctricas, gasoductos, industrias e infraestructura logística

El 19.o Congreso del Partido Comunista, encabezado por Xi Jin Ping, tras sacar 270.000 miembros corruptos, anunció una “nueva era del socialismo con características chinas” que definió como la contradicción principal “entre las necesidades de las personas por una vida mejor y un desarrollo desequilibrado”, e instó a “una sociedad moderadamente próspera”, con “el mercado en la asignación de recursos” y “fuerzas armadas fuertes y modernas”, sometidas al Partido.

Proclama un “rejuvenecimiento nacional”, pues 15 % de su población supera los 60 años, y en 2050 la edad media será de 46; la población en edad de trabajar ha caído a 900 millones y la económicamente activa es de 770 –con alta informalidad rural, donde existen 50 millones en pobreza absoluta–, aunque desde 1990 emigraron a las urbes cerca de 220. China gasta 4 % del PIB en educación, frente al 7 % promedio mundial; cobija en pensiones al 60 %; en salud, el gasto de hogares es un elevado 30 % del total –para medicinas, consultas y hospitalización a 95 % de las personas–; el resto es gasto social y público.

China cobra influencia global basándose en relaciones económicas: Según Heritage Foundation, exportó capital –entre 2005 y junio de 2018 por inversión directa y contratos de infraestructura– por 1,87 billones de dólares a 150 países en 2.907 transacciones, 953 en Asia oriental y occidental y 521 en África subsahariana. Por sectores, 861 fueron a energía –importa 67 % del petróleo y 34 % del gas– y 840, en construcción y finca raíz. Ha adquirido tierras en casi 30 países por un millón de hectáreas.

Su iniciativa exterior es “One Belt, One Road”, nuevo “Camino de la Seda”, motor en construcción de puertos, ferrocarriles, hidroeléctricas, gasoductos, industrias e infraestructura logística y de intercambios en ciencia, tecnología y comercio vía corredores económicos a través de Asia, Europa y África.

Xi Jin Ping, que avizora “una oportunidad estratégica”, reorganiza el Ejército Popular de Liberación (EPL) a alto nivel tecnológico, apoyado en un complejo-militar-privado y perfilado a operaciones externas que jerarquizan Asia y los mares circundantes. Con una primera base externa en Djibouti, divide sus tropas combinadas de 78 brigadas en cinco teatros geográficos: las terrestres, con 7.400 tanques, 10.600 piezas de artillería y 915.000 efectivos; en las aéreas destacan 1.490 cazas, 130 aviones de misión especial y 530 bombarderos y las navales con un portaviones, 56 submarinos, 28 destructores, 28 corbetas, 51 fragatas y 346 entre patrulleros y guardacostas. Contabiliza entre 75 y cien misiles intercontinentales, de 16 a 30 intermedios y más de 1.500 de mediano y bajo rango, y puede cargar 280 ojivas nucleares en tanto Rusia y Estados Unidos poseen 1.550. Es el segundo ejército, que también adelanta cibertareas, con presupuesto de 150.000 millones de dólares anuales.

Michael Beckley desestima “el inminente riesgo de Estados Unidos de ser sobrepasado”, pues colige que los países populosos reducen sus recursos netos luego de descontar los gastados en alimentar y proteger a su gente, y además argumenta que las empresas chinas carecen de eficiencia, y su equipamiento militar, de alcance, potencia y precisión, y Krugman afirma que China “está llegando a su muralla”.

A contramano, en el ‘Orden mundial’, Kissinger advierte que en quince casos históricos, cuando “interactuaron una potencia en ascenso y otra establecida”, diez terminaron en guerra. En medio de la crisis de la globalización, la tensión escala y va tornándose en primera contradicción mundial.